El  dolor de tobillo es bastante común en los corredores.

Hay muchas afecciones a las que culpar, pero cuando el dolor se localiza en el interior del tobillo, la tendinitis tibial posterior suele ser la culpable.

En el post de hoy, te daré una visión completa de la afección, qué la causa, cómo tratarla y, lo más importante, cómo prevenir la tendinitis tibial posterior al correr.

¿Qué es la tendinitis tibial posterior?

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Aunque no es tan famosa como la fascitis plantar o los esguinces de tobillo, la tendinitis tibial posterior (TTP) es una lesión de tobillo relativamente frecuente en los corredores.

Es uno de los problemas más comunes del pie y el tobillo.

Esta lesión se produce cuando el tendón tibial posterior se inflama, se rompe parcialmente o se desgarra, provocando sensibilidad y dolor alrededor de la estructura ósea del interior del tobillo.

Pero, ¿qué es el tendón tibial posterior?

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El tendón tibial posterior es uno de los tendones más importantes de la parte inferior de las piernas.

Situado en la parte interior de la parte inferior de la pierna, el tendón tibial posterior conecta los músculos de la pantorrilla con los de la parte interior del pie.

Las funciones

El tendón tibial posterior actúa como una de las principales estructuras de soporte del pie, ayudándole a funcionar de forma óptima al caminar y correr.

El tibial posterior contacta para producir la inversión y ayudar en la flexión plantar del pie a nivel del tobillo.

De hecho, cada vez que caminas o corres, este tendón bloquea el tobillo en su sitio, lo que ayuda a mantener el pie en una posición rígida cuando te levantas del suelo.

Los síntomas

La tendinitis tibial posterior suele afectar a un solo pie; sin embargo, en algunos casos, puede producirse en ambos pies.

También puedes sentir dolor a lo largo de la parte interior del pie y del tobillo, donde se encuentra el tendón.

También puedes notar cierta hinchazón en la zona.

Los síntomas son:

  • Sensibilidad o dolor en la parte interna del tobillo
  • Dolor, normalmente alrededor de la parte interior del pie y del tobillo
  • El dolor empeora al estar de pie durante mucho tiempo, al caminar o al correr.
  • Hinchazón a lo largo del recorrido del tendón hacia el pie.
  • Calor, hinchazón y enrojecimiento a lo largo del interior del tobillo y el pie.

Las consecuencias

A medida que la lesión empeora, el arco a lo largo del pie puede empezar a colapsar gradualmente, y el dolor se desplazará a la parte exterior del pie, por debajo del tobillo.

Cuando esto ocurre, el pie se vuelve completamente plano, ya que los dedos se giran hacia fuera y el tobillo se enrolla hacia dentro

Esto es lo que se conoce como pie plano, y no es lo mismo que en los que nacen con esta estructura anatómica.

Cuanto más se agrave la lesión, más tratamientos invasivos necesitarás para corregir el problema.

Etapas de la gravedad

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En general, la lesión del tibial posterior se clasifica en cuatro etapas principales

  • Etapa 1 - Consiste en una inflamación o daño del tendón, pero sin cambios en la forma del pie. También puedes notar que tu pie tiene una leve deformidad de pie plano.
  • Etapa 2 - El tendón empieza a alargarse mientras el arco se aplana lentamente. A medida que la lesión se agrava, el arco del pie empieza a colapsarse; por tanto, puedes notar una deformidad del pie plano (pero no permanente).
  • Fase 3 - El tendón puede romperse parcial o totalmente. Esto da lugar a una deformidad del pie plano más grave que puede ser imposible de corregir, lo que da lugar a una condición conocida como deformidad rígida del pie plano.
  • Fase 4 - Daño permanente y deformidades en el tobillo y el pie. No sólo se ve afectado el pie, sino también el ligamento deltoideo adyacente, que empieza a colapsarse hacia dentro.

Causas del dolor

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La tendinitis tibial posterior está causada por un uso excesivo del tendón o por un impacto traumático específico, como una caída o un contacto al practicar un deporte.

Las actividades más comunes que pueden causar un uso excesivo son

  • Caminar
  • Correr
  • Senderismo
  • Baloncesto
  • Tenis
  • Baloncesto
  • Y otros deportes de alto impacto

Estos son algunos de los factores que pueden hacer que seas más propenso a padecerla

  • El sexo, ya que es más frecuente en las mujeres
  • Tener más de 40 años
  • Calzado inadecuado
  • Debilidad de los músculos del tobillo, especialmente del tibial posterior o de los músculos intrínsecos del pie
  • Tener hipertensión
  • Tener diabetes
  • Tener sobrepeso u obesidad

¿Se puede correr con una lesión del tibial posterior?

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Esta es la primera pregunta a la que quiere responder cualquier corredor que se enfrente a esta lesión.

En realidad es muy sencillo: Si intentas correr por el tendón tibial, detente.

De hecho, si sufres cualquier tipo de dolor en la parte interior del tobillo mientras corres, deja de entrenar inmediatamente, ya que hacer más kilómetros puede empeorar tu estado.

El siguiente paso es visitar a tu médico lo antes posible para que puedas iniciar el proceso de recuperación.

¿Cómo tratar la tendinitis tibial posterior?

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Para aliviar el dolor y acelerar la curación, haz lo siguiente:

  • Reduce tu kilometraje semanal y, si el dolor persiste, deja de correr por completo.
  • También debes limitar otros deportes y actividades que te causen dolor.
  • A continuación, ponte hielo en la zona afectada varias veces al día para calmar la inflamación y el dolor.
  • El dolor debería desaparecer con estas medidas.

Si no es así, debes consultar a tu médico para que te indique otras opciones de tratamiento.

Casos extremos

En caso de que el dolor persista a pesar de todas las medidas, puede ser necesaria una intervención quirúrgica para solucionar el daño.

Por ejemplo, en casos avanzados, el médico puede inyectar una mezcla de corticoides y anestesia local en la lámina del tendón para ayudar a calmar el dolor

Pero no se recomienda su uso, ya que las investigaciones sugieren que podrían asociarse a un riesgo de rotura del tendón.

¿Cómo prevenir la lesión del tibial posterior?

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Hay muchas medidas que puedes tomar para reducir el riesgo de lesión.

Aquí tienes algunas:

Utilizar plantillas ortopédicas

Las investigaciones han demostrado que el uso de plantillas ortopédicas hechas a medida puede proporcionar un apoyo adicional al arco del pie que puede ayudar a reducir la tensión en el tendón tibial posterior.

Estos dispositivos ayudan a reposicionar el pie lesionado y a reducir la tensión sobre el tendón.

Por ello, las plantillas ortopédicas no sólo son excelentes para acelerar la recuperación, sino también para prevenir las lesiones.

Si buscas más apoyo y una solución personalizada, pide a tu médico o fisioterapeuta un par de plantillas ortopédicas a medida.

Normalmente, suelen estar diseñadas específicamente para tu tipo de arco.

Estira las pantorrillas

La mayoría de las investigaciones que informaron de resultados positivos en el tratamiento de los problemas del tendón tibial posterior emplearon de alguna forma, o todas, una rutina de estiramiento de las pantorrillas.

Según la investigación, el regimiento de estiramiento más adecuado es realizar 3 x 30 segundos de estiramientos de pantorrillas de pie contra un objeto resistente, como una pared, dos veces al día.

Calzado para correr

Para proteger tus tobillos de las lesiones, considera la posibilidad de adquirir un par de zapatillas para correr con mucha sujeción, amortiguación y comodidad.

Como orientación, cuando busques unas zapatillas de correr, elige lo siguiente

  • Soporte bajo el antepié
  • Un arco bien amortiguado
  • Una puntera ancha (ya que la mayor parte del empuje se origina en el dedo gordo y el segundo).

También puedes considerar la posibilidad de añadir una plantilla ortopédica a tus zapatillas de correr.

Sólo recuerda consultar con un podólogo para que te ayude a tomar la decisión correcta.

Entrenamiento de fuerza

Además de los estiramientos, hay algunos ejercicios de fuerza que no sólo pueden ayudar a calmar tu dolor, sino también a prevenir futuras reagudizaciones.

Estos ejercicios de fuerza no sólo se dirigen al tendón tibial posterior, sino también a otros músculos, especialmente a los de la pantorrilla.

Cuando se trata de lesiones por uso excesivo, a menudo ocurre que la zona afectada no es el único problema, sino que la disfunción en la zona que rodea al miembro afectado también puede ser problemática.

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